viernes, 1 de mayo de 2020

La historiografía griega de época clásica


LA HISTORIOGRAFÍA DE ÉPOCA CLÁSICA



HERÓDOTO DE HALICARNASO (490?-420?)

Heródoto, el historiador viajero

Ha sido llamado, desde Cicerón,“el padre de la historia”, ya que es el primero que hace de los acontecimientos del pasado objeto de su investigación y verificación; pero no del pasado lejano y mítico, como los historiadores precedentes (los logógrafos), sino del inmediato, intentando recoger toda clase de datos. Evidentemente la exigencia de su investigación y crítica no puede compararse con el moderno concepto de la historia; es la obra de un pionero. Y además, debemos tener en cuenta que en Grecia, la historia es un género literario más y, por tanto, no tiene el afán del rigor, la exactitud y la veracidad.

Fue un viajero incansable por los territorios del Mediterráneo oriental (especialmente provechosas fueron sus estancias en Egipto, cultura a la que admiraba). También formó parte del extraordinario ambiente intelectual de la Atenas del s. V, donde conoce a Pericles, Sófocles, Protágoras...

Heródoto escribió una sola obra, las Historias. Aunque un gramático posterior dividió la obra de manera arbitraria en nueve libros (dedicando cada uno de ellos a una da las nueve musas), la obra no es un todo homogéneo, sino una especie de mosaico de distintos elementos yuxtapuestos: descripciones geográficas, étnicas, novelística procedente de la tradición oral, resultados de su investigación personal sobre los acontecimientos, etc. El propósito de la obra, que él manifiesta al comienzo, es contar las Guerras Médicas, que enfrentaron a los griegos acaudillados por Atenas contra el gran imperio persa, vistas como el gran conflicto entre Asia y Europa, entre Oriente y Occidente. Pero aunque el tema central sean las Guerras Médicas, Heródoto añade a la narración muchas digresiones que contienen información más o menos relacionada con ellas, tanto mítica como geográfica, política y de folklore.

Heródoto  supone un primer paso hacia una historia científica, crítica. Presenta varias versiones de los hechos, para que el lector pueda tener su criterio. Eso sí, no profundiza en los hechos buscando las causas reales, sino que aplica al acontecer histórico principios de su mentalidad sencilla y religiosa: en último término es la voluntad divina la que decide (fatalismo) y es inútil luchar contra el destino.


TUCÍDIDES DE ATENAS (454?-400?)


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Supone la culminación de la historiografía griega, y es el historiador de la antigüedad que presenta más rasgos de lo que se entendemos hoy por historia.
Su niñez y juventud coinciden con la época de mayor esplendor de su ciudad natal. No es un hombre de partido, sino un ateniense de tradición aristocrática que siente una gran admiración por el estadista Pericles. En el año 424 fue nombrado estratego y por su fallo en la expedición en ayuda de Anfipolis, desterrado de Atenas durante 20 años.

Su obra se nos ha transmitido con el título de Historia. Está dividida en ocho libros y su finalidad es contar la Guerra del Peloponeso, que enfrentó durante casi treinta años a las dos grandes potencias griegas, Atenas y Esparta. El primer libro está dedicado a buscar la explicación a las razones de esta guerra. Para ello hace una síntesis de la historia primitiva de Grecia hasta los antecedentes inmediatos de la guerra. También hace una exposición de su metodología histórica. En los libros sucesivos va describiendo las siguientes etapas de la guerra, hasta el año 411 en que se interrumpe bruscamente, quizá porque al autor le sorprendió la muerte antes de terminar la redacción final.

Tucídides cuenta con los logógrafos jonios y Heródoto como precedentes en su quehacer histórico, pero las diferencias con ellos son muy notables. En primer lugar, supuso algo totalmente nuevo escribir una obra de historia contemporánea (la Guerra del Peloponeso se extiende del 431 al 404). En segundo lugar, su intención no es la de eternizar glorias del pasado, sino presentar los hechos de un presente por su valor ejemplar. En tercer lugar, Tucídides es muy escrupuloso con sus fuentes de información: o bien relata hechos que él mismo ha presenciado, o bien, para los demás, examina con mucho cuidado las informaciones (muchas veces contradictorias) para presentar la que se puede considerar más verosímil. A diferencia de Heródoto, Tucídides excluye la intervención divina como agente esencial de los acontecimientos, sino la lógica interna de los hechos y las acciones de los hombres.

Pretende hacer con su historia una verdadera ciencia, una adquisición para siempre, creando un método científico de investigación histórica que permita distinguir las causas aparentes de las reales y profundas, las causas inmediatas y las profundas.
Su estilo es conciso y directo, de gran densidad de ideas, lo que dificulta su comprensión y su traducción. Las digresiones son escasas. Es el creador de la prosa ática, el que la elevó a la categoría literaria. En sus Historias abundan los discursos en boca de los personajes que intervienen. Son reconstrucciones hechas por él, buscando lo más verosímil de acuerdo con la naturaleza del personaje y de la situación, tal y como él mismo nos dice. Cumplen una doble función: tratan de expresar la verdad política, es decir, las razones que mueven a los personajes, y a la vez, sirven para la dramatización de su relato, bajo la influencia de la tragedia.

En resumen, si Heródoto es el padre de la historia como género literario, Tucídides es el primero que introduce en la historia la crítica racional y, en este sentido, es un brillante precursor del género moderno de la historia.


JENOFONTE DE ATENAS (430-354)


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De entre los historiadores griegos inmediatamente posteriores a Tucídides, la figura más destacada es Jenofonte. Fue un escritor muy polifacético, pues además de obras históricas produjo textos filosóficos y didácticos. Como historiador es una figura menor comparado con Heródoto o Tucídides.

Aunque se declara continuador de Tucídides, su obra es superficial y poco imparcial. No parece haberse preocupado tampoco del análisis de las fuentes utilizadas. Vuelve a introducir en la explicación de los sucesos históricos la intervención de fuerzas divinas. En conjunto, puede decirse que su obra es de poca profundidad de pensamiento, aunque es un buen narrador. Sus descripciones de escenas aisladas y los retratos de personajes importantes alcanzan a veces auténtica maestría. Asimismo, demuestra en su obra histórica su conocimiento directo de las cuestiones militares, como viejo soldado que participó en múltiples expediciones.

Podemos ordenar la obra de Jenofonte en tres apartados: históricas, socráticas y didácticas.
Obras históricas: las Helénicas, la Anábasis y el Agesilao.
Obras socráticas: Memorables, el Banquete y la Apología de Sócrates.
Obras didácticas: la Ciropedia, Hierón, el República de los lacedemonios (donde se muestra filoespartano), Cinegético (sobre la caza)…

Las Helénicas narra en siete libros la historia griega desde el  411 hasta el 362 a.C. En ella pretende continuar la obra de Tucídides, pero el resultado es muy desigual y da la sensación de una obra hecha por etapas, quedando muy lejos de la obra de Tucídides, pues Jenofonte expone una serie de causas quedándose en la superficie de las cosas, mientras que Tucídides ahonda en sus orígenes.

La Anábasis es un admirable relato sobre sus aventuras como participante en la expedición de mercenarios griegos para ayudar a Ciro el Joven, cuando aspiraba al trono que ocupaba su hermano Artajerjes II. Abundan los pormenores geográficos y etnográficos, así como el detalle de las cuestiones militares, todo ello escrito con gran naturalidad a través de sus propias experiencias.

La Ciropedia es difícil de clasificar y no puede considerarse simplemente una obra histórica. Es más bien una novela de tendencia político-pedagógica, basada en hechos y personajes históricos. Narra la educación, juventud, subida al trono y reinado de Ciro el Viejo. En ella abundan los discursos y los episodios moralizadores, así como los relatos novelescos.

En realidad Jenofonte es mucho mejor reportero de guerra. Sus escritos son un reportaje de sus propias experiencias en el ejército, perfectamente contados. Su escritura es fresca, precisa, rápida, no ajena a la ironía en ocasiones, tan solo alterada por la longitud de algunos discursos, que aparecen cargados de tópicos retóricos y distan mucho de la hondura psicológica de los de Tucídides. A veces prefiere remodelar la historia, silenciando algunos hechos y embelleciendo sus testimonios con figuras retóricas.


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