jueves, 5 de febrero de 2015

Cuentos


DOS AMIGOS

Dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron.

El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:

"Hoy mi mejor amigo me pegó una bofetada en el rostro".

Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra:

"Hoy mi mejor amigo me salvó la vida".

Intrigado, el amigo preguntó:

-¿Por qué, después que te lastimé, escribiste en la arena, y ahora escribes en una piedra?

Sonriendo, el otro amigo respondió:

-Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado, cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo.
 
 
Cuento asiático
 
Los ciegos y la cuestión del elefante
 
            Más allá de Ghor había una ciudad en la que todos sus habitantes eran ciegos. Cierto rey llegó un día a las proximidades de la ciudad con su cortejo y su ejército, y acampó en el desierto. Tenía un poderoso elefante, que usaba para atacar e incrementar el temor de la gente.
 
            La población estaba ansiosa por conocer el elefante y algunos ciegos se precipitaron a su encuentro. Como no conocían su forma y aspecto, tantearon para reunir información, palpando alguna parte de su cuerpo. Cada uno pensó que sabía algo, según la parte que alcanzó a tocar del enorme animal.
 
            Cuando volvieron, sus conciudadanos, impacientes, se apiñaron a su alrededor. Estaban ansiosos por saber la verdad en boca de aquellos que se hallaban errados. Les preguntaron por la forma y aspecto del elefante, y escucharon cuanto les dijeron.
 
            El hombre que había tocado la oreja dijo:
            -Es una cosa grande, rugosa, ancha y gruesa, como un felpudo.
            El que había palpado la trompa dijo:
            -Yo conozco los hechos reales, es como un tubo hueco, horrible y destrfuctivo.
            El que había tocado sus patas dijo:
            -Es poderoso y firme, como un pilar.
 
            Cada uno había palpado una sola parte, y todos los habían percibido erróneamente. Ninguno conocía la totalidad: el conocimiento no es compañero de los ciegos. Todos imaginaron algo, pero algo equivocado.
           
            El ser humano no está informado acerca de la divinidad.
 
            No existe “camino” mediante el intelecto ordinario.
 
            Aquellos dotados de razón comprenderán. Aquellos con poca razón, pueden adquirirla mediante este relato.
 
 

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