viernes, 1 de mayo de 2020

Las reformas de Mario


Las reformas de Mario: los 7 secretos que forjaron a las invencibles legiones romanas
A partir del 107 A.C., el cónsul Cayo Mario implantó una serie de modificaciones en los ejércitos de Roma que, a la larga, sentaron la base de las legiones que dominaron Europa durante la época imperial
Diario ABC 02/04/2020



Hay nombres que es imposible no asociar al éxito de las mitificadas legiones. Cayo Julio César o Augusto son solo algunos de los que, al frente de la mejor maquinaria militar de la antigüedad, fueron elevados hasta el Olimpo de los generales de la Ciudad Eterna. Por desgracia, no ha ocurrido lo mismo con Cayo Mario (157 – 86 A.C.). Más recordado por su actividad política (fue cónsul hasta en siete ocasiones) que por sus éxitos militares, este curioso personaje fue el verdadero arquitecto de los ejércitos que, siglos después, dominarían una buena parte de Europa. Y todo, gracias a una serie de reformas instauradas a partir del 107 A.C. (en plena era republicana) tales como reformular la estructura de los contingentes o reclutar a las clases más bajas de la sociedad.

1-Popularizar el ejército

La primera de las grandes reformas de Cayo Mario consistió en popularizar el acceso al ejército. Entre los años 107 y 104 A. C., el militar reclutó nuevos soldados entre los «capite censi», la clase social más baja de Roma. Aquello supuso una revolución ya que, hasta entonces (y como explica el historiador Carlos Díaz Sánchez en su obra «Personajes ilustres de la historia»), el Estado siempre había llamado a filas a los ciudadanos con cierto nivel adquisitivo. La lógica era simple. Por un lado, consideraban que los más adinerados tenían más que perder y combatirían con más efusividad en el campo de batalla. Por otro, podían costearse un armamento mejor gracias.
Con todo, tan verdad como que Mario se valió de los «capite censi» (de forma literal, «censo por cabezas» -y no por propiedades-) también es que existe un vivo debate entre los historiadores sobre esta reforma. La primera controversia es si, antes de esta medida, Roma había recurrido a reclutar soldados entre las clases bajas. El historiador del siglo I Plutarco es partidario de que los generales jamás habían «aceptado a ese tipo de gente». Sin embargo, Tito Livio si hizo referencia en sus escritos a que, en el pasado, ya se había apostado por llamar a filas a voluntarios «no adsidui» («no contribuyentes») o esclavos. En la actualidad, la mayor parte de los expertos apuntan a lo segundo.
Por otro lado, y según señala el historiador Arthur Keauveney en «The Army in the Roman Revolution», parece ser que Mario se valió de esta revolución solo de forma esporádica para obtener más hombres en momentos de escasez (por ejemplo, la guerra contra el númida Yugurta). Más allá de que, en principio, solo se aplicase la medida de forma ocasional, la realidad es que la idea no tardó en generalizarse debido a que solventó varios de los problemas que desangraban a la antigua Roma: la falta de combatientes durante los años en los que había más guerras; el declive en la economía que se generaba cuando aquellos que contaban con tierras para cultivar se marchaban al frente y el descontento general entre las clases medias.

Cayo Mario

Cayo Mario

2-El soldado profesional

Esta primera reforma obligó a Cayo Mario a fomentar otros tantos cambios para convencer a los proletarios de que se alistaran en las legiones. Aunque la promesa de recibir un salario digno y alimentos a cambio de su trabajo ya era, para muchos, suficiente recompensa, les ofreció también mejorar su estatus en el ejército a través de un servicio de 25 años (tiempo que, a la postre, se fue reduciendo), recibir tierras y una pensión al jubilarse y, por último, obtener una infinidad de riquezas gracias a los botines que robaran en el campo de batalla.
Sin saberlo, había creado el ejército profesional; una fuerza que ansiaba dedicar su vida a batallar y cuya experiencia en el uso de las armas se acrecentaba mes a mes y combate a combate.

3-Estandarización del armamento

El problema de llamar a filas a las clases más bajas es que una buena parte de los nuevos reclutas no podían sufragarse su armamento. Como solución, Mario se valió de la «lex militaris» establecida por Cayo Graco dos décadas antes. Una serie de normas que, entre otras tantas cosas, establecían que los soldados debían ser equipados a expensas del Estado. Aunque es cierto que dichas directrices estaban ya aprobadas (y no era la primera vez que se utilizaban) también lo es que nuestro protagonista fue uno de los primeros en impulsarlas y convertirlas en generales.
El resultado no pudo ser mejor, tal y como explica Díaz Sánchez en su obra «Grandes generales de la Antigüedad»: «Así, el nuevo cónsul estandarizó el casco de bronce de Montefortino o el de tipo Coolus, la lorica hamata, el escudo ovalado y, como armamento ofensivo, dos lanzas, una espada y una daga. Mario había conseguido crear un nuevo ejército sufragado por el Estado, que se comprometía a estar con él en campaña».

4-Veteranos y auxiliares

Se suele olvidar que Cayo Mario recurrió también a otro tipo de luchadores cuando había escasez de ciudadanos que reclutar. Estos fueron los «evocati», veteranos ya retirados de otras tantas guerras que, como especifica Stephen Dando-Collins en su magna «Legiones de Roma», empezaron con este general la curiosa tradición de poner al servicio de Roma su experiencia en combate.
El historiador Carlos Díaz Sánchez, por su parte, desvela en «Grandes generales de la antigüedad» que el revolucionario militar recurrió por primera vez a ellos cuando el Senado le entregó una sola legión para enfrentarse a sus enemigos en África.
Mario también estructuró y se valió de los «auxilia», población no itálica que combatía a la manera de cada pueblo. «Estos “auxilia” se distribuían entre la infantería o la caballería romana según la especialización», añade Díaz Sánchez en su obra. Para atraerles hasta el ejército, el general les prometió que, al licenciarse, obtendrían la ciudadanía.

Mario, en las ruinas de Cartago

Mario, en las ruinas de Cartago

5-Nace el águila

Según Plinio el Viejo, Mario quiso fomentar el espíritu de unidad de las legiones romanas a través de un solo símbolo. En los ejércitos previos a la llegada del cónsul había cinco animales en los estandartes: el águila, el jabalí, el minotauro, el caballo y el lobo. Al parecer (y aunque los expertos no se ponen de acuerdo en la causa) para diferenciar a los tipos de combatientes según su capacidad adquisitiva. Nuestro protagonista implantó la mítica «Aquila» como imagen común para todos ellos, lo que favoreció los sentimientos de equipo y camaradería entre los soldados.

6-Novedosa estructura

Una de las reformas más complejas implantadas (no creada, pues ya se había utilizado previamente) por Mario fue la reformulación de la estructura clásica de las legiones. Hasta entonces, los ejércitos contaban con «manípulos»: unidades divididas en dos «centurias» de 80 combatientes cada una. La forma de combatir de estos grupos consistía en lanzarse en tromba contra el enemigo hasta obtener la victoria gracias a la superioridad numérica.
El cónsul entendió que este sistema costaba una gran cantidad de vidas a la Ciudad Eterna y que los «manípulos» eran demasiado pequeños para hacer frente al ingente número de bárbaros contra los que combatían en diferentes partes de Europa. Así pues, ideó una nueva estructura con varias ventajas.
En primer lugar, estableció que la unidad básica de los ejércitos fuera el «contubernium», formado por nueve soldados (dos de ellos auxiliares) liderado por un «decanus». Este oficial era elegido entre sus compañeros, lo que acabó con los tradicionales ascensos a dedo tan habituales durante décadas. Diez «contubernium» daban lugar a una «centuria» (dirigida por un «centurión»); seis «centurias» eran una «cohorte» y diez de estas resultaban en la mítica «legión».
Aunque a primera vista parezca engorroso, lo cierto es que la novedad fue muy efectiva. La «cohorte», la unidad más habitual a partir de entonces en los campos de batalla, tenía la capacidad de enfrentarse a enemigos que intentaran flanquearla o rodearla gracias a su elevado número de legionarios. Por si fuera poco, a partir de la llegada de Mario se fomentó el combate en tres líneas y el relevo entre ellas para evitar el agotamiento.


7-Las mulas de Mario

La última de estas curiosas reformas fue logística. El cónsul redujo las gigantescas caravanas de animales que portaban las vituallas y el equipamiento de los hombres y obligó a sus legionarios a llevar su equipo durante largas marchas. Esta sencilla modificación mejoró la forma física de los combatientes y evitó que los ejércitos perdieran sus alimentos y armas cuando el enemigo lograba hacerse con los convoyes de carga.
Así lo atestiguó el propio Plutarco en sus textos:
«En la marcha hacía de camino trabajar a la tropa, ejercitándola en toda especie de correrías y en jornadas largas, y precisando a los soldados a llevar y preparar por sí mismos lo que diariamente había de servirles: de donde dicen proviene el que desde entonces a los aficionados al trabajo, y a los que con presteza ejecutan lo que se les manda, se les llame mulos marianos, aunque otros dan a esta expresión diferente origen. Porque queriendo Escipión, cuando sitiaba a Numancia, pasar revista, no sólo de armas y caballos, sino también de acémilas y carros, para ver en qué estado tenía cada uno estas cosas, se dice que Mario presentó un caballo perfectamente cuidado y mantenido por él mismo, y además un mulo, sobresaliendo entre todos en gordura, en mansedumbre y en fuerza; por lo que no solamente se mostró contento Escipión con esta especie de cuidado de Mario, sino que hacía frecuentemente mención de ella, y de aquí nació el que los que querían por vejamen alabar a alguno de puntual, de sufrido y de trabajador, le llamaban mulo de Mario».

Entre la política y el mando militar

Poco se sabe del origen de Cayo Mario, el militar que -además de destacar en el campo de batalla como un general correcto- se convirtió en el gran reformador de las legiones romanas. Pero vayamos por partes. Ni su madre ni su padre eran personajes influyentes entre los magistrados; todo lo contrario, más bien eran unos completos desconocidos. Es decir, que tuvo que ganarse, desde que fue alumbrado en el año 157 a. C., su hueco en la élite de la Ciudad Eterna. Cejado en ser alguien, superó el no contar con un esclavo griego que le educara desde su infancia (sus progenitores no podían pagarlo) y se esforzó por despuntar entre sus coetáneos.
Lo logró y el preceptor de su familia, Cecilio Metelo, le premió introduciéndole en el mundo militar, donde sus hazañas podrían proporcionarle votos, dinero y fama. No hay que negar que tuvo suerte, pues fue enviado a Hispania a las órdenes del gran Escipión Emiliano, el general que logró romper el candado de la ciudad de Numancia. En la Península, y con apenas 23 primaveras a sus espaldas, Mario bebió de la sabiduría militar del hombre que había destruido Cartago y fue testigo de los enfrentamientos entre dos de los contingentes más temibles de la época. A su vez, aprendió que la disciplina y el entrenamiento eran vitales para que las tropas estuvieran en una forma metal y física óptima.
Tras conseguir una épica victoria militar en el río Mutul, y ya popular entre la población, Mario dio el salto a la política y logró convertirse en cónsul en el 106 a. C. Con todo, las envidias de su antiguo (e influyente) valedor, Metelo, provocaron que el Senado solo le ofreciera la provincia de África y apenas una legión para defenderla. Necesitado de hombres capaces de combatir al general local Yugurta, nuestro todavía joven oficial revolucionó el sistema de reclutamiento en su favor e introdujo varias modificaciones que, a la larga, sentarían las bases de las míticas legiones romanas que lideraron personajes como el gran Julio César.


2 comentarios:

  1. Cayo Mario contribuyó notablemente al ámbito político y estructuró los ejércitos que dominaron gran parte de Europa. Su primera reforma consistió en reclutar soldados de la clase social más baja, aunque esta táctica se empleó anteriormente. Fomentó un gran aumento de las recompensas para aquellos que se alistaran. Sufragó armamento para los combatientes. También recurrió a reclutar a combatientes veteranos ya retirados, y a la población no itálica, prometiéndoles a estos últimos la ciudadanía. Para crear un espíritu de equipo y camaradería, y unificar las legiones, estableció el símbolo del águila. Reformuló una estructura y la cohorte se convirtió en la unidad más empleada, así como el combate en tres líneas con relevos. Por último, redujo las caravanas en las que transportaban animales y equipamiento, y cedió el cargamento a los legionarios, protegiendo los alimentos de las invasiones y mejorando su forma física.
    Gracias a su tesón, y a pesar de su humilde origen, consiguió grandes logros en el ejército y su puesto como cónsul.

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  2. A cayo Mario se le recuerda por sus victorias militares.Su primera reforma fue reclutar nuevos soldados entre la clases social más baja.También ofreció un sueldo digno y mejoró el estatus en el ejército. Se valió de la «lex militaris» establecida por Cayo Graco.Recurrió a los «evocati», veteranos ya retirados de otras guerras.Estableció un símbolo con:el águila, el jabalí, el minotauro, el caballo y el lobo. La reformulación de la estructura clásica de las legiones,los ejércitos contaban con manipulos.Asi que estableció que la unidad básica de los ejércitos fuera el «contubernium»,liderado por un «decanus».La última reforma fue logística, mejoró la forma física de los combatientes.Sin tener un origen conocido,consiguió grandes cosas y llegó a ser muy conocido

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