domingo, 29 de noviembre de 2015

Relato de Sinón

Es un fragmento del libro II de la Eneida, de Virgilio. Tras haber acogido hospitalariamente al troyano  Eneas, Dido, la reina de Cartago,  le pide que le cuente en detalle cómo fue la destrucción de Troya y el comienzo de su peregrinación en busca de una nueva patria.
La caracterización psicológica de Sinón es la de un traidor perfectamente logrado, prototipo de embustero, refinado en el engaño y el perjurio.


»Y hete aquí que a un joven atado a la espalda de manos
con gran griterío los pastores ante el rey arrastraban
Dardánidas, que, desconocido, a los que lo hallaron
se entregó para urdir todo esto y abrir Troya a los griegos,
confiado de ánimo y para ambas tareas dispuesto,
bien a tramar sus engaños, bien a marchar a una muerte segura.
De todas partes acude con ganas de verle
y compite la juventud troyana en burlarse del preso.
Escucha ahora las trampas de los dánaos y por el crimen de uno
conócelos a todos.
Pues cuando en medio del corro, turbado y sin armas,
se detuvo y miró con sus ojos las tropas de Frigia,
“¡Ay! ¿Qué tierra ahora -dijo-, qué mares me pueden
guardar o qué queda por fin para mí desgraciado,
que no tengo siquiera un lugar con los dánaos y encima
los hostiles Dardánidas mi castigo reclaman con sangre?”
Con este lamento cambió nuestros ánimos
y aplacó nuestros ímpetus todos.
Le pedimos que cuente de qué sangre viene,
y qué lo trae; que nos diga cuál es, prisionero, su confianza.
» “Toda por cierto a ti, rey, te diré la verdad,
pase lo que pase -dijo-, y no negaré que soy de la gente de Argos.
Esto lo primero, y que no, si Fortuna forjó a un Sinón desgraciado,
lo haga también, malvada, vano y mentiroso.
Puede que haya llegado a tus oídos hablando
de Palamedes Belida el nombre y la fama
gloriosa, a quien los pelasgos con trampas
siendo inocente, con falsas pruebas porque vetaba sus guerras,
a la muerte enviaron y hoy le lloran de la luz privado.
Como acompañante suyo y cercano en la sangre mi padre,
al ser pobre, desde el principio de todo aquí a la guerra me envió.
Mientras incólume estaba en el poder y fuerza tenía en las reuniones
de reyes, también nosotros algún nombre y honra
logramos. Luego que la envidia del tramposo Ulises
(no cosas extrañas os cuento) lo arrojó de las riberas del día,
arrastraba afligido mi vida en tinieblas y llanto
y en mi interior me indignaba del inocente amigo la muerte.
Y no callé, loco, y, a poco que el hado quisiera,
si alguna vez regresaba vencedor a Argos, mi patria,
juré que sería su vengador y un odio amargo moví con mis palabras.
De ahí la pendiente primera de mi mal, de ahí siempre Ulises
a aterrarme con nuevos crímenes, de ahí a lanzar voces
ambiguas al pueblo y a buscar a propósito guerra.
Y no paró, así, hasta que auxiliado por Calcante...
pero ¿a qué fin doy vueltas en vano a tanta amargura
o a qué me detengo? Si en una misma fila tenéis a todos los aqueos,
ya habéis escuchado bastante, cumplid ahora mismo el castigo;
que así lo querría el de Ítaca y en mucho os tendrían los Atridas”
»Pero ya ardemos por saber e investigarlas causas,
ignorantes de crímenes tan grandes y de la maña pelasga.
Tembloroso prosigue y habla con pecho fingido:
» “A menudo, abandonando Troya, los dánaos ansiaron
preparar la fuga y agotados dejar una guerra tan larga.
¡Así lo lograran! A menudo en el mar les frenó
la dura tormenta y el Austro frustró su partida.
Y justo cuando ya aquí tejido de tablas de arce
se alzaba el caballo, por todo el cielo restalló la tormenta.
Intrigados enviamos a indagar de Febo el oráculo
a Eurípilo, quien nos trae de su templo estas tristes palabras:
‘Con sangre aplacasteis al viento y matando a una virgen,
dánaos, el día que a estas costas ilíacas vinisteis;
con sangre debéis procurar el retorno y con el sacrificio
de un alma de Argos. En cuanto esta voz llegó a los oídos del pueblo,
se suspendieron los ánimos y un helado temblor recorrió
lo hondo de los huesos, a quién designaban los hados,
a quién pide Apolo.
»En esto el de Ítaca con gran reunión a Calcante
el adivino arrastra al centro; le pide que aclare
cuál sea la voluntad de los dioses. Y muchos ya me cantaban
a mí el crimen cruel del tramposo, y en silencio
veían lo que iba a venir. Diez días calla aquél y escondido
se niega a señalar a nadie con su voz y mandarlo a la muerte.
A la fuerza, por fin, empujado por el de Ítaca con grandes gritos,
rompe de acuerdo con él su silencio y me envía hacia el ara.
Estuvieron todos de acuerdo y, lo que cada cual para sí se temía,
convertido en la ruina de uno solo soportaron.
Y ya había llegado el día nefando. Ya se me habían dispuesto
las harinas saladas y las cintas en torno a mis sienes.
De la muerte escapé, lo confieso, y rompí mis cadenas
y en la oscuridad de la noche me escondí entre la ova
de un lago limoso mientras se hacían a la mar,
si acaso lo hacían. Y no hay ya para mí alguna esperanza
de volver a ver mi antigua patria ni a mis dulces hijos
o a mi padre añorado, a cuantos aquéllos quizá
hagan pagar nuestra huida y expiarán con su muerte mi culpa.
Por eso, por los dioses y los númenes que saben la verdad,
por la fe sin tacha, si es que alguna queda entre los mortales,
te suplico, compadécete de fatigas tan grandes,
compadécete de un corazón que sufre lo que no merece.”
»Por sus lágrimas le salvamos la vida y nos compadecemos encima.
Y Príamo mismo ordena el primero quitarlas esposas
y las apretadas ligaduras y así le dice con palabras de amigo:
“Seas quien seas, olvida desde ahora a los griegos que dejaste
(serás de los nuestros) y dime la verdad, que te pregunto:
¿para qué levantaron esa mole del caballo imponente?
¿Quién lo ideó o qué pretenden? ¿Es algún voto?
¿Es tal vez algún artefacto guerrero? ”
Había dicho. Y aquél en trampas experto y en la maña pelasga
levantó a las estrellas sus palmas libres de cadenas:
“A vosotras, llamas eternas, y a vuestro numen inviolable
por testigos os pongo -dice-,
y también a vosotros, altares y nefandas espadas
de los que pude huir, y cintas de los dioses que llevé al sacrificio:
permitidme romper los sagrados juramentos de los griegos,
permitidme odiar a esos hombres y poner todo en claro,
todo cuanto ocultan. Que ninguna ley de la patria me ata.
Tú sólo mantén tus promesas y si, Troya, te salvas,
respeta tu palabra si te digo verdad, si te entrego cosas importantes.
De los dánaos toda la esperanza y la fe de la guerra emprendida
residió siempre en la ayuda de Palas. Ahora bien,
desde que Ulises el inventor de crímenes y el hijo de Tideo
osaron sacar del templo consagrado el fatal Paladio
dando muerte a los guardianes de la fortaleza escarpada,
robaron la sagrada imagen y con manos de sangre
se atrevieron a mancillar de la diosa las cintas benditas,
desde aquello bajaron las esperanzas de los dánaos,
quebradas sus fuerzas, vuelta de espaldas la voluntad de la diosa.
Y con prodigios no dudosos dio señas de eso Tritonia.
Apenas colocaron la estatua en el campo: llamas brillantes
ardieron en sus ojos encendidos y un salado sudor
cayó de sus miembros y tres veces sola se alzó
(asombra decirlo) del suelo con su escudo y la lanza agitando.
Se apresura Calcante a decir que probemos la huida por mar
y que no puede Pérgamo abrirse alas flechas argólicas
si no buscan de nuevo augurios en Argos y otra vez traen
con el mar y las curvas naves el numen que un día trajeron.
Y ahora que con el viento han buscado la patria Micenas,
armas y dioses tratan de ganarse y llegarán de improviso,
surcando el mar de nuevo; así ve el futuro Calcante.
Advertidos levantaron esta estatua por el numen herido,
por el Paladio, para expiar el crimen funesto.
Y mandó Calcante construir inmensa esta mole
y tejiendo sus tablas levantarla hasta el cielo,
para que entrar no pudiera por las puertas ni cruzar las murallas,
ni proteger a vuestro pueblo bajo su antiguo poder.
Pues si vuestra mano violase el don de Minerva,
una gran maldición sobre el reino de Príamo
y sobre los frigios caería (los dioses la vuelvan antes contra ellos).
Si al contrario por vuestras manos subiera hasta vuestra ciudad,
Asia caería en guerra terrible sobre las murallas de Pélope,
y ésa sería la suerte reservada a nuestros nietos.”

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Lucy

¿Quién es Lucy, la australopiteco?

Hace 41 años un grupo de paleontólogos descubrió en Etiopía los fósiles de un humanoide de 3,2 millones de años de antigüedad

       

Representación de la famosa hembra de australopiteco de hace 3,2 millones de años bautizada 'Lucy'. / Dave Einsel (Getty Images) |
 
Lucy es el esqueleto más famoso del mundo. Hace 41 años, un grupo de paleontólogos descubrió en Hadar, al noreste de Etiopía, el conjunto de restos fósiles de un australopiteco que vivió hace 3,2 millones de años. Era una hembra de 1,1 metros de altura y se trató del primer hallazgo de un humanoide en buen estado que logra explicar la relación entre los primates y los humanos.
Los trabajos de rescate recuperaron el 40% del esqueleto y tras varios estudios se confirmó que esta Australopithecus afarensis ya caminaba en dos extremidades inferiores. Tiene los pies arqueados como los humanos actuales, lo que indica que era bípeda. El hallazgo la ubica como un ancestro de los Homo sapiens y también como una conexión evolutiva con los primates.

más información

 

 

Era el 24 de noviembre de 1974 cuando se hizo el descubrimiento y en la radio sonaba Lucy in the sky with diamonds, el éxito de los Beatles, así que al paleontólogo Donald Johanson le pareció buena idea darle un nombre al grupo de huesos que, según indicaban las primeras investigaciones, pertenecían a una sola persona. La nombró Lucy y con el apelativo


 


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Era el 24 de noviembre de 1974 cuando se hizo el descubrimiento y en la radio sonaba Lucy in the sky with diamonds, el éxito de los Beatles, así que al paleontólogo Donald Johanson le pareció buena idea darle un nombre al grupo de huesos que, según indicaban las primeras investigaciones, pertenecían a una sola persona. La nombró Lucy y con el apelativo siguió la fama. Tras este descubrimiento se han encontrado más de 250 fósiles de al menos 17 individuos en la misma región.
Los restos permanecen en el Museo Etíope de Historia Natural en Addis Abeba en una cámara de seguridad a la que el público no tiene acceso. Sin embargo, el Gobierno etíope decidió en 2007 sacar el esqueleto del resguardo para llevarlo en una gira por Estados Unidos. Durante siete años, Lucy viajó por varias ciudades y cientos de personas pudieron observar los trozos de cráneo, costillas, pelvis y fémur del ejemplar.
En 2015, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, visitó Etiopía y las autoridades le permitieron observar directamente el esqueleto y tocarlo.
 
 
 
 
 
 
 

Etimologías

La relación entre el chándal y los ajos, y el asombroso origen de otras 26 palabras

Juan Gil reúne en un libro 300 etimologías asombrosas, incluyendo las de términos como adefesio, broma, juerga y trabajo

Nadie lucía el chándal como Luis Aragonés (en una imagen de 2008)
Nadie lucía el chándal como Luis Aragonés (en una imagen de 2008).

¿Qué relación guardan el chándal y los ajos? ¿Y el trabajo y la tortura, aparte de la evidente? ¿Y el chotis es madrileño o escocés? A estas y a otras 297 preguntas responde el libro 300 historias de palabras, obra dirigida por Juan Gil, catedrático de Filología y miembro de la Real Academia Española, con la documentación y redacción de Fernando de la Orden. Presentamos 27 de estas etimologías, todas ellas fetén.
Adefesio. Este sustantivo que significa “persona o cosa ridícula o de gran fealdad” proviene “del latín ad Ephesios, ‘a los efesios’, título de la célebre epístola de San Pablo, por alusión a las penalidades que pasó el santo en Éfeso”. A partir del siglo XVI se usa en expresiones como “hablar ad Efesios” con el significado de “inútilmente, disparatadamente”. Pronto aparece el sustantivo adefesio en el sentido de “despropósito, disparate”. A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, adefesio cobra su significado actual, aplicado sobre todo a personas.
Asesino. Este término proviene de la voz árabe ḥaššāšīn, adictos al cáñamo indio, es decir, al hachís. En la segunda mitad del siglo XI, el grupo chií ismailí de los nizaríes “llevó a cabo una sistemática campaña de terror mediante asesinatos selectivos que, según la tradición, eran ejecutados por sus seguidores con extraordinaria sangre fría tras ingerir una poción elaborada con cánnabis”. Se usa en español ya desde el siglo XIV.
Bártulos. “Procede del nombre de Bártolo de Sassoferrato, célebre jurisconsulto italiano del siglo XIV”. Sus libros se estudiaban en las universidades y “en torno a 1550 se documenta ya en castellano el empleo del término bártulos para referirse a ellos". Con el tiempo "esta voz pasó a significar, en general, ‘libros de estudio’”. En el último tercio del XVIII se documenta el uso con el significado actual de enseres, utensilios.
Bigote. Tiene su origen en “la expresión alemana bei Gott, ‘por Dios’”, juramento habitual y usado como apodo para denominar a las personas con bigote. Este término acabó imponiéndose a partir del siglo XV “en detrimento de la raíz griega (el bizantino moustáki) que daría lugar a mostacho”.
El muy prusiano bigote de Otto Von Bismarck, canciller de Alemania entre 1871 y 1890
Brindis. “De la frase alemana bring dir’s, ‘yo te lo ofrezco’ (propiamente ‘te lo traigo’) que solía pronunciarse al brindar”.
Broma. La broma o teredo es un pequeño molusco marino que perfora la madera sumergida en el agua. En el siglo XVI ya se usaba la palabra en el sentido de ‘cosa pesada o molesta’ por la pesadez de los buques atacados de broma. En el XVIII ya se utiliza como sinónimo de burla y chanza.
Caco. En la mitología romana, Caco era el hijo de Vulcano, “célebre bandido, mitad hombre, mitad sátiro”. En la Eneida se explica cómo robó a Hércules cuatro de los bueyes de Gerión. “Su nombre se asoció desde antiguo al arte de los ladrones” y su uso con este sentido se documenta en el siglo XVII.
Café. “Aunque hay quien relaciona su origen con el reino de Kaffa, en Etiopía, la palabra procede del árabe, donde se denominó qahwah”. Los turcos “lo llamaron kahve, término que adaptaron los italianos como caffe. Hay que tener en cuenta que fueron comerciantes venecianos los primeros en dar a conocer esta semilla en Europa, en torno a 1640”.
Candidato. En occidente, el color blanco se identifica con la inocencia. También en la antigua Roma, donde los pretendientes a ocupar cualquier cargo público vestían con toga blanca, en latín toga candida. Candidatus significa literalmente “blanqueado, vestido de blanco”.
Chándal. “Procede de la expresión marchand d’ail, ‘frutero, verdulero’ y, literalmente, ‘vendedor de ajos’”. Se refiere al tipo de jersey que vestían a finales del XIX en París, que fue llamado chandail y pasó a usarse como prenda deportiva por su comodidad. El diccionario de la RAE lo incluye por primera vez en 1983.
Chicle. Procede “de la voz náhuatl tzictli, que designa una gomorresina que fluye del tronco del chicozapote, árbol autóctono de México y América Central. Esta goma, de sabor dulce y aromático, era utilizada para mascar por numerosos pueblos amerindios”. Otras palabras del español procedentes del náhuatl son cacao, aguacate, cacahuete, tomate y, probablemente, chocolate.
Chotis. El nombre de este baile madrileño procede “del alemán schottisch, ‘escocés’”. El baile, de origen alemán, adaptaba “danzas campesinas escocesas llegadas a territorio germánico tras pasar por el tamiz francés”. A Madrid llegó a mediados del siglo XIX con el primer nombre de polca alemana.
En las fiestas de La Paloma, nadie sospechaba estar siguiendo una tradición escocesa. Getty Images
Chulo. Se documenta ya “en la segunda mitad del siglo XVI como voz de germanía, la jerga propia de ladrones y delincuentes”. Entonces significaba ‘muchacho’. El término “fue tomado del italiano, ciullo, niño, acortamiento de fanciullo, diminutivo a su vez de fante. Un siglo después ya se usa con el significado de 'persona aguda y graciosa, pero desvergonzada'”.
Coche. Se trata de “uno de los escasos préstamos del húngaro”. Kocs es una localidad cercana a Budapest, donde “se desarrolló en el siglo XV un nuevo tipo de suspensión que hacía más cómodo y placentero el viaje en coche de caballos”. Los carruajes de Kocks (koksi szekér) se hicieron muy populares en toda Europa.
Esquirol. Encontramos su origen a finales del siglo XIX: “L’Esquirol (del catalán esquirol, ‘ardilla’) es el nombre tradicional de una población barcelonesa situada en la comarca de Osona, en las inmediaciones de Manlleu. En esta última localidad, los obreros de la industria textil estaban en huelga, de modo que, con el fin de sustituirlos, los patronos decidieron contratar trabajadores locales”. La mayoría eran de L’Esquirol, termino que pasó a denominar “al trabajador que no se adhiere a una huelga o que ocupa el puesto de un huelguista”.
Fetén. Esta palabra que significa “bueno, estupendo” está en desuso, pero fue muy popular a lo largo del siglo XX. Proviene del caló fetén, “mejor”. “El caló es el dialecto peninsular del romaní, la lengua de los gitanos”. El español también ha tomado de esta lengua palabras como “biruje, camelo, canguelo, cate, chalado, chaval, chingar, chungo, currar, endiñar, gachó, gili, menda, molar y mangar”, entre otras.
Fulano. “Los sustantivos fulano (del árabe fulan, y este quizá del egipcio pw rv, ‘este hombre’) y mengano (quizá del árabe man kan, ‘quien sea’) se usan, precisamente, para aludir a una persona indeterminada o imaginaria”. Fulano es la más antigua y “se documenta en castellano en la segunda mitad del siglo XII”.
Grifo. El grifo es un animal mitológico con “cuerpo, patas y cola de león, y alas y cabeza de águila”. Se usa con la acepción de “llave situada en la boca de una cañería” a partir del último cuarto del siglo XIX: “Tomó este nombre por la costumbre de adornar las espitas de las fuentes con la imagen del grifo”.
Guiri. Proviene del vasco, siendo un acortamiento de guiristino, adaptación de cristino. Con este término “se conocía en el siglo XIX a los partidarios de María Cristina” en las guerras carlistas. En el País Vasco y Navarra se apoyó especialmente la causa de don Carlos, por lo que los cristinos o guiristinos “fueron percibidos, despectivamente, como gente ajena foránea o extranjera”. Los carlistas, por cierto, eran llamados carcas (“reaccionario, retrógrado”), del portugués carcunda, palabra que designaba a los absolutistas en las luchas políticas que vivió Portugal a principios del XIX.
Jamón. Aunque parezca mentira, se trata de “un galicismo que se incorporó al castellano en el siglo XVI”. Procede de jambon, derivado de jambe, ‘pierna’. Antes llamábamos al jamón “pernil, del latín perna, ‘pierna, especialmente de animal’, como se sigue haciendo en catalán, por ejemplo”.
Jamón, un producto español, una palabra francesa. Getty Images
Juerga. La voz juerga, ‘diversión bulliciosa’, nació en Andalucía en la segunda mitad del siglo XIX. Es una variante de huelga, “voz bien conocida que, sin embargo, en origen significó ‘tiempo que alguien está sin trabajar’ y, también, ‘placer, regocijo, diversión en un lugar ameno’”. Se relaciona también con folgar, “una de cuyas acepciones era ‘tener ayuntamiento carnal’”.
Michelín. Procede de la mascota Bibendum, de la marca francesa Michelin, que representa una figura humana diseñada con neumáticos superpuestos. Fue creada en 1898 y en los años 50 ya se documenta la palabra en español con el significado de lorza. Entró en el diccionario de la RAE en 1992.
Primer cartel de Michelin con la mascota Bibendum, de 1898
Rebeca. Tiene su origen en la chaqueta de punto que vestía Jean Fontaine en la película Rebeca (1940), de Alfred Hitchcock. Aunque el término se popularizó en seguida, no llegó al diccionario hasta 1984.
Robot. Procede del checo robota, ‘trabajo, prestación personal, en particular la de los siervos de la gleba’. El término “fue utilizado por el escritor Karel Čapec en una de sus obras de teatro, R. U. R. (Robots Universales Rossum), donde daba nombre a un androide que ejecutaba las tareas normalmente reservadas a los humanos”. La obra se estrenó en Praga en 1921 con gran éxito. Del checo también proceden pistola (pist’al era una pequeña flauta, de ahí pasaría al alemán Pistole) y obús (hofnice, una especie de catapulta).
Siesta. “Se documenta ya en nuestra lengua en el siglo XIII y proviene del latín sexta [hora]”. La hora prima era la del amanecer y la sexta, la del mediodía.
Sueldo. “Proviene del latín tardío solidus, ‘sólido, moneda de oro romana’”. En la Edad Media, un sueldo equivalía “a la paga de un soldado, de modo que la voz empezó a usarse con este sentido a finales del siglo XV”, extendiéndose posteriormente a otras profesiones.
Trabajo. Aparece ya a finales del siglo XII, con origen en el “latín vulgar tripaliāre, que significaría ‘torturar’”. Su significado primitivo fue el de “molestia, dificultad o sufrimiento” y solo después adquirió su sentido hoy habitual.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Latín vivo


Seguro que, a priori, muy poca gente levantaría la mano motu proprio ante la pregunta de si alguien sabe latín. Pero, de facto, todo quisqui utiliza el latín a diario, sin darse cuenta. No es ningún rara avis ni ningún esnob quien en sus conversaciones habituales menciona palabras y locuciones latinas como spa, referéndum, ultimátum, álbum, campus, júnior, currículum vitae, dúplex, sui generis, tiquismiquis o, incluso, etcétera. La lista podría seguir ad infinítum y se podría alargar in sécula seculórum. Pero seguro que, a no ser que se quede in albis, no necesita ayuda ni de su alter ego ni del sursuncorda para entender todas y cada una de las palabras que acaba de leer en estas líneas. Aunque sea, en realidad, un totum revolutum de latín y castellano, y usted no haya estudiado mucho más latín que aquel ya lejano rosa, rosae.
Pues eso, que sin ser doctores honoris causa ni haber sacado notas cum laude, todos sabemos, o por lo menos manejamos con cierta soltura, el latín. Esa lengua tan antigua que, sin embargo, aún respira entre nosotros. Tanto el lenguaje culto como el popular contienen una gran cantidad de latinismos. Algunos han mantenido su significado original, como el famoso carpe diem (aprovecha el día o el momento) y otros han recibido nuevas connotaciones, como en el caso de versus. Originalmente quiere decir hacia en latín, pero los ingleses le dieron el significado de contrariedad, y lo hemos recibido con su nueva connotación de la mano del inglés.
“Es precisamente el inglés, una lengua no romance, la que más latinismos incorpora a su lenguaje y que por la influencia que ha tenido en el resto de lenguas ha transmitido muchos latinismos a las lenguas romances”, explica Emilio del Río Sanz, doctor en Filología clásica y profesor de la Universidad de La Rioja. Del inglés hemos recibido latinajos como máster (de magister), esnob (de sine nobilitate, sin nobleza), currículum vitae o ítem (del mismo modo). El profesor Del Río es un gran defensor de darle más importancia al latín en la enseñanza, y pone como ejemplo y referencia la educación inglesa y, especialmente, la alemana donde se estudian hasta cinco años de latín antes de llegar a la universidad. “No pretendo que sean cinco años en España, pero por lo menos uno o dos”, reivindica.
Del Río subraya que saber latín es un elemento básico de conocimiento para nuestras propias lenguas y nuestra cultura, que hunde sus raíces en el mundo latino. Con un mayor dominio de la antigua lengua de los romanos se nos abriría todo un mundo de curiosidades: sabríamos, por ejemplo, que la palabra salario viene de sal, porque en el mundo romano se pagaba el sueldo con sal, o que el saludo vasco agur proviene de augurium. Pero, sobre todo, utilizaríamos y pronunciaríamos mejor los latinismos, tal y como defiende Leonardo Gómez Torrego, doctor en Filología románica y miembro del consejo asesor de la Fundeu. “La persona que presume de culta con cierta frecuencia acude a los latinismos, pero hay otros que se usan popularmente y no se saben ni que provienen del latín como todo quisqui o el quid de la cuestión”, comenta. Según él, en muchas ocasiones se usan mal por desconocimiento del latín, y los errores suelen ser tanto de pronunciación como de estructura. Los castellanizamos de forma incorrecta: a grosso modo en lugar de grosso modo, motu propio en lugar de motu proprio, etcétera.
En realidad, las reglas son sencillas. Según la RAE, los latinismos de una sola palabra se castellanizan y se les añaden los acentos pertinentes (álbum, referéndum). Las locuciones (in vitro, eccehomo), sin embargo, se mantienen en latín y a veces se deben escribir en cursiva. A Gómez Torrego le parece curioso que se sigan manteniendo tantos latinismos ahora que muy poca gente estudia latín. De hecho, teme que en el futuro queden algunas frases hechas pero que con el tiempo vayan desapareciendo, porque según él, el latín ya no es importante para las autoridades en este país. “¿Quién dice hoy en día excusatio non petita, accusatio manifesta (excusa no pedida, acusación manifiesta) u homo homini lupus (el hombre es el lobo del hombre)? Antes decíamos esas expresiones con toda normalidad, pero la gente ya no domina tanto el latín, y si emplea latinismos en ocasiones las emplea desfiguradas”.
El profesor Del Río no cree que se pierdan muchos latinismos, porque los ve ya muy incorporados al sistema lingüístico. Lo que más le preocupa, e insiste una y otra vez en ello, es la falta de presencia del latín en las escuelas e institutos. Y para explicar su importancia como base para aprender otras muchas cosas, cuenta que todos los totalitarismos han perseguido y eliminado el latín, para privar de conocimiento a la población. “Menos latín y más deporte. Porque, ¿para qué sirve el latín?, dijo en una ocasión el ministro franquista José Solís Ruíz, que era natural de Cabra (Córdoba)”, recuerda Del Río. Alfonso Muñoz Molina, Catedrático de la Universidad Complutense y también parlamentario de las cortes franquistas le respondió con esta frase: “Por de pronto, señor ministro, sirve para que a los de Cabra les llamen egabrenses y no otra cosa”.
Aún hoy seguimos con más deporte que latín, pero nos rodean muchos más latinismos de los que pensamos, ya que ha sido una de las lenguas de referencia de la ciencia y la literatura por lo menos hasta el siglo XVIII, y de la iglesia hasta hace no muchas décadas. Por ello, cuando discutimos sobre economía hablamos con naturalidad del déficit, del superávit o de la renta per cápita. Cuando hablamos de salud mencionamos el spa (que viene, según algunas opiniones, de salute per aquam), de la fecundación in vitro, de la enfermedad de lupus (lobo), del delirium tremens o del famoso mens sana in corpore sano. Los abogados siguen utilizando términos como hábeas corpus, in dubio pro reo o de iure. En cuestiones de arte y música hablamos de la ópera prima de un autor, de escuchar un réquiem (literalmente descanso, porque se refiere a la música para difuntos), comentamos que la melodía va in crescendo o pedimos un bis en un concierto. Todos conocemos, además, organizaciones y empresas con nombre tan latinos como Cáritas, Sanitas, Secúritas Direct o Legálitas.
Y para más inri, tenemos los latinajos adquiridos mediante la Iglesia católica. La lista es muy larga, aunque el profesor Del Río defiende que la Iglesia no ha sido la mayor influencia a la hora de transmitir esta lengua. “Asimilar el latín a la Iglesia es reducirlo demasiado”, asevera. Pero la verdad es que nos ha dejado muchas expresiones: “Vienes hecho un eccehomo”, “estás hecho un adefesio” (de ad Ephesios, perteneciente a los efesios, un pueblo de la antigüedad al que san Pablo escribió unas cartas en la Biblia), “un funeral córpore insepulto (de cuerpo presente) o la bendición urbi et orbi (a la ciudad, Roma, y al mundo) del Papa. De hecho, se dio misa en latín hasta el concilio Vaticano II (1962-1965), en el que se decidió utilizar las lenguas de cada país. Tal fue el revuelo que el cardenal Antonio Bacci, del ala más conservadora, escribió en 1963 un diccionario para traducir los términos más modernos al latín y así poder mantener la antigua costumbre. Pero el papa Pablo VI no le hizo caso. Estas fueron algunas de las propuestas de Bacci: salivaria gummis (chicle), absurda symphonia (jazz), homo machina (robot) o follius pedunque ludus (fútbol).
A día de hoy, el único Estado del mundo en el que el latín es lengua oficial es el Vaticano, aunque en la práctica trabajan en italiano y francés, y después traducen los documentos a la lengua oficial. Con todo, los papas han llevado el latín hasta la cúspide de la modernidad. Benedicto XVI fue el primero en abrir una cuenta en Twitter, lo hizo en muchas lenguas, entre ellas en latín. Lo mismo ha hecho el papa Francisco, y su cuenta en latín tiene más de 260.000 seguidores. Así reza la descripción de su perfil: “Tuus adventus in paginam publicam papae Francisci breviloquentis optatissimus est “(Los muy esperados dichos breves del papa Francisco, que llegan para tí en una página pública). De ahí se podría deducir que Twitter se podría traducir como breviloquentor. Pero no es así, la traducción literal seria pipiatio, tal y como aclara el profesor Del Río.
Aunque no sólo los habitantes del Vaticano saben hablar latín. En todo el mundo y en varias ciudades de España existen círculos latinos en los que la gente se reúne para leer y hablar latín. Javier Ortiz, profesor de latín, es uno de ellos, puesto que es miembro del Circulus Latinus Barcinonensis. “Nuestro reto era llegar a la literatura clásica por el mero placer de leerla en su lengua original. Y muchos hemos llegado al latín vivo por esa vía”, comenta. Reivindican y utilizan formas más modernas y atractivas para estudiar latín como el método orberg (Culturaclasica.com/lingualatina/index.htm), y además de leerlo hablan de cualquier tema en esa lengua. “En latín hablamos poco sobre internet —reconoce Ortiz—, pero se puede. Para pendrive, yo propuse ferula electronica, porque Prometeo llevaba el fuego en la férula y me parecía que, como llevamos tanta información en el pendrive, la palabra férula podría servir”. Este tipo de neologismos latinos se pueden encontrar en el diccionario del Vaticano, pero también en el diccionario Galego-latino editado por la Xunta de Galicia en el año 2010. Ahí podemos toparnos con palabras como electrogramma (correo electrónico), folliludium mensale (futbolín) o pasta vermiculata (spaghetti).
También existen revistas de actualidad on line en latín como Ephemeris (Alcuinus.net/ephemeris/), y en la red se pueden ver conferencias enteras en latín. Uno de los conferenciantes que con mayor fluidez lo habla es el italiano Luigi Miraglia, y hay varios vídeos suyos en Youtube. Pero tranquilos que el quid de la cuestión no es saber hablarlo, sino ser conscientes de los latinismos que nos rodean. Es peccata minuta no dominar dicha lengua, pero se sigue diciendo que quien sabe mucho sabe latín. Por algo será. Sapere aude, como dirían los romanos: atrévete a saber.